El Buda, la iluminación y el ego
🎙 Artículo narrado en voz
Según refiere la tradición Teravada, cuando el Buda alcanzó la iluminación mediante la disolución del ego, pronunció las siguientes palabras:
“Tras haber buscado al constructor de la casa
he errado en el vórtice del samsara durante incontables vidas.
Sin poder escapar de la muerte,
el sufrimiento se repite siempre,
en este volver y volver a nacer.
¡Oh, Arquitecto, has sido descubierto!
Nunca más volverás a levantar el edificio de la ilusión.
Todas las vigas se han quebrado y se ha desplomado el techo.
Todo el conjunto se ha deshecho.
Mi mente ha alcanzado la destrucción de los apegos.”
(Extraído de “Vacuidad y no-dualidad”. Javier García Campayo. Kairós 2019)
En este maravilloso fragmento se describe el proceso mediante el cual la mente alcanza la iluminación. Nos está hablando de la culminación del proceso de deshacimiento del ego que es el único obstáculo para ese esclarecimiento. Por fin, el ego, como arquitecto y constructor de la casa de la mente separada, ha sido descubierto. Entendemos aquí por ego el estado de la mente que percibe la separación en lugar de unidad, intereses separados en lugar de intereses compartidos. El ego es una manera separadora de pensar y sentir, una visión o interpretación de las cosas que va en contra de la unidad del amor en la que descansa el Ser que somos. El Buda nos dice que todo el conjunto se ha deshecho. El deshacimiento del ego se ha consumado. Nunca más volverás a levantar el edificio de la ilusión pues a partir de ese momento ya no puedo ni quiero contemplar las ilusiones como reales. Ahora comprendo que soy el Ser, no soy el ego. Soy la mente unificada, soy la parte y el todo. No soy una parte separada del resto. Mi mente privada e individual era solo un espejismo en el que ahora no creo.
Cuando describe la meta como la destrucción de los apegos, no se refiere al apego como el vínculo afectivo entre padres e hijos que forma parte de la experiencia humana. Se refiere a la dualidad apego/aversión en la que se mueve el ego, la adicción/aversión a las personas, los objetos y las experiencias. La deconstrucción del ego, el yo ilusorio con el que estamos identificados, hace desaparecer aversiones y apegos, odio y falso amor, te quiero y no te quiero. Las vigas son las creencias erróneas acerca de nosotros mismos, de los demás y del mundo en general. El edificio del yo separado se viene abajo cuando se deshacen las vigas. ¿Cómo? Mirándolas con calma, comprendiendo su falsedad. Todo el conjunto de la mente separada se deshace cuando la luz de la unidad resplandece sobre las vigas, que solo eran sombras que parecían tener consistencia. El verdadero yo se puede manifestar ahora, sin los límites que se le habían impuesto.
Y todo gracias a que el arquitecto de la ilusión ha sido descubierto. Lo he llevado a la luz y ya no puedo ser engañado porque no quiero serlo. No quiero ver más separación, muerte, olvido ni rencor. No quiero más sufrimiento. El Buda no dice una sola palabra que describa su experiencia de iluminación. Tan solo se enfoca en describir aquello que la obstaculizaba. Diez versos sin rastro de luz y, sin embargo, con esos diez se describe el camino de un viaje sin distancia. La casa de la mente se ha deshecho. Ya nada separa mi casa de tu casa. Todas las fronteras se han desvanecido. ¡Cuánta paz se respira desde esta visión tan ancha!